
Organización política e instituciones: |
Interesante blog sobre la historia de Andalucía creado por Elisabeth Muñoz y Elvira Ruiz, alumnas de 2º de Bachiller de un instituto de Baena (Córdoba). Es muy interesante y os lo aconsejamos a todos. ¡MUCHAS GRACIAS!
Organización política e instituciones: |
Nuestro viaje por la historia podría comenzar cuando el Imperio Romano cae (año 476 d.C.). Los romanos eran un pueblo muy poderoso pero llegó un momento en el que empezaron a perder poco a poco todos sus territorios. Las gentes de unos pueblos que vivían en el Norte de Europa y a los que los romanos llamaban bárbaros, invadieron el Imperio Romano y fueron creando sus propios reinos independientes.
A partir de ese momento ocurre en Europa un largo período de mil años conocido como Edad Media. Durante esos largos años la inseguridad creada por la frecuente invasión de los pueblos bárbaros, el hambre, y el derrumbamiento del Imperio Romano hizo que las personas se fueran al campo, donde vivían dedicadas principalmente a la agricultura. Mientras tanto, las ciudades se iban vaciando de personas hasta el punto de que algunas de ellas desaparecieron.
La Península Ibérica, Hispania, fue invadida por varios pueblos bárbaros (de origen germánico) a partir del año 410. Los suevos, los alanos y los vándalos, antes que los visigodos, todos pasaron por aquí, saqueando y destruyendo.
Como veremos, finalmente fueron los visigodos los que se quedaron y fundaron un nuevo reino, el reino visigodo de Hispania, que existió hasta la invasión musulmana del siglo VIII d.C.
La Península Ibérica, al igual que los demás territorios del Imperio Romano, sufrió diversas invasiones de los pueblos del Norte de Europa, siendo conquistada finalmente por los visigodos, quienes crearon un poderoso reino que duraría más de 250 años, hasta el año 711, cuando la invasión musulmana lo hizo desaparecer.
Estos nuevos hispanos eran grande guerreros, pero muy primitivos. Fueron aprendiendo de los hispanorromanos y acabaron hablando el latín y practicando el cristianismo, que era la religión de los que vivían en la Península ante de que ellos llegaran.
Hacia el siglo V d.C. (después de Cristo) los visigodos eran ya un pueblo romanizado, que se consideraba a si mismo heredero de la antigua Roma. Toledo fue su capital.
A lo largo de los años debieron guerrear con diferentes enemigos, entre ellos los pastores cántabro-pirenaicos del Norte, los bizantinos, que habían llegado de un lejano imperio, por el Sur, y finalmente los árabes, quienes los invadieron en el año 711.
Los visigodos crearon el primer reino peninsular independiente y unido, desde los Pirineos hasta Gibraltar.
En el reino visigodo una minoría tenía el poder, y basaba su fuerza en el ejército y en los jefes militares. Los reyes eran elegidos, y la elección de cada nuevo rey traía luchas sangrientas entre clanes y familias que se peleaban por el poder.
Desde el siglo VI al IX d.C. la Bética (territorio incluido en la actual Comunidad Autónoma de Andalucía), parte del reino de los visigodos, constituyó una excepción en Europa. A diferencia del resto, que poco a poco se dividió en pequeños territorios en constante guerra y dedicados básicamente a la agricultura, la Bética conservó su cultura urbana y sus conexiones comerciales y culturales en la zona mediterránea.
Tras la rápida conquista musulmana de la Península ibérica (711 - 718), esta se constituye como provincia dependiente del Califato de Damasco. Sus gobernantes fijaron su capital en Córdoba y recibieron del Califa de Damasco el título de valí o emir.
En aquél momento la población musulmana peninsular estaba formada por árabes instalados en las ciudades, bereberes radicados en las zonas rurales y sirios, que habían formado las primeras fuerzas invasoras. Estas etnias se enfrentaron entre sí para hacerse con el mayor número de tierras y sumió a la península en una endémica guerra civil hasta la aparición de Abd al-Rahman I.
En 750, los abasíes derrocan a los omeyas en el poder del Califato de Damasco y ordenan el asesinato de todos sus miembros. Seis años más tarde, en 756, Abd al-Rahman I -que había escapado del destino de los omeyas logrando huir Damasco- desembarca en Al-Ándalus se proclama emir tras conquistar Córdoba y, en 773, se independiza de la nueva capital abasí, Bagdad. Esta independencia es política y administrativa pero se mantiene la unidad espiritual y moral al continuar el vínculo religioso con el califa abasí.
Sin embargo, el verdadero organizador del emirato independiente fue Abd al-Rahman II, quien delegó los poderes en manos de los visires y logró una islamización muy rápida de la península, reduciendo considerablemente el número de cristianos en territorio musulmán (llamados mozárabes o dhimmis)
Las disputas entre árabes y beréberes no cesaron tras la proclamación del emirato independiente, lo que permitió la reorganización de los reinos cristianos en el norte, dando inicio a la Reconquista, alentada por la política pro-árabe mantenida por la dinastía omeya, lo que provocó numerosas sublevaciones protagonizadas por muladíes, que llegaron a poner en peligro la existencia misma del emirato.
A la llegada al trono de Abd al-Rahman III en 912, la decadencia política del emirato era un hecho. Para imponer su autoridad y terminar con las sublevaciones y conflictos que arrasaban la península se proclamó califa en 929 dando origen al Califato de Córdoba.
Nº de orden | Nombre | Años en el poder |
1 | Abderramán I | |
2 | Hisham I | |
3 | Alhakén I | |
4 | Abderramán II | |
5 | Mohamed I | |
6 | Almundir | |
7 | Abd Alláh | |
8 | Abderramán III |
En la Bética nacieron algunos personajes muy importantes del imperio, como los emperadores Trajano y Adriano, el filósofo Séneca y el escritor Lucano.
Con los romanos aumentaron su tamaño o se fundaron las primeras grandes ciudades de Andalucía. Además de Cádiz (Gades) o Málaga (Malaca) que ya existían fundaron otras como Itálica (junto a Santiponce, en Sevilla), Sevilla (Hispalis), Écija (Astigi) o Córdoba (Corduba) que era la capital de la Bética.
Construyeron templos y vías o calzadas de las que aún quedan restos. Los puentes fueron muy resistentes. Muchos perduran aún, como el de Córdoba y Utrera. También quedan restos de anfiteatros en Cádiz, Carmona y otros lugares. El acueducto de Nerja es uno de los que mejor se conserva.
La Bética se convirtió en una zona muy próspera pues los romanos supieron aprovechar bien sus recursos.
Seguro que has comido alguna vez bacalao o incluso sardinas-arenques que se compran saladas en las tiendas. Bien, pues esta técnica de conservar el pescado por más tiempo añadiéndole sal la inventaron las personas que vivieron en la Edad Antigua. Hoy seguimos haciéndolo igual.
El pescado lo salaban en las fábricas de salazón, como la que había en Almuñécar, en la provincia de Granada, a la que continuaron llamando Sexi. Después exportaban el pescado, es decir, se llevaba a muchos lugares del imperio, algunos muy lejanos, en donde lo podían consumir sin que se alterara.
Todo el largo proceso evolutivo en las culturas prehistóricas andaluzas culminará con Tartessos allá por el 1200 a.d.e.
Tartessos fue el primer organismo socio-político que supo aglutinar en forma de Estado antiguo a todas las formaciones históricas de Andalucía, en la primera demarcación política y social común dentro de un mismo espacio geográfico.
Tartessos era un ente a nivel geo-político perfectamente definido, en el que existía un Estado como organización social y de poder, con forma de Monarquía, con una gran proyección económica en todo el Mediterráneo.
Se puede considerar como el más antiguo Estado del Occidente pre-romano con una sociedad fuertemente organizada y con un gran desarrollo económico y cultural.
Durante largo tiempo fueron múltiples los lazos (no exentos de contradicciones y crisis) que este primer estado independiente de la Andalucía antigua mantuvo con los diversos pueblos del área mediterránea: fenicios, focenses, cretenses, etc. De la importante civilización tartésica dan fe los yacimientos arqueológicos de Mesa de Asta (Jerez), los del Cerro del Carambolo (Sevilla), Cabezo de la Joya (Huelva), etc., y las numerosas referencias en escritos de los antiguos griegos y romanos.
Tartessos estuvo abierto indudablemente a influencias orientalizantes pero supo adaptarlas sabiamente a su propia idiosincrasia.
Se puede afirmar que Andalucía, tanto en su prehistoria como en su proto-historia, mantiene una personalidad propia específica que la diferencia tanto de las culturas y pueblos del norte de África y Oriente Próximo, como del resto de la Península Ibérica y Europa.
La Guerra Civil de 1936–1939 constituyó un acontecimiento histórico que marcó, de forma indeleble, el siglo XX. Aquel conflicto fratricida tuvo en Andalucía uno de sus principales focos, no sólo por el enfrentamiento entre defensores de la República y partidarios de la sublevación militar, sino por cuanto Sevilla se convirtió en la más importante base de operaciones del ejército franquista durante los primeros meses de guerra, cuya repercusión militar fue decisiva. Junto a ello, el hecho de que en tierras andaluzas, más concretamente en Almería, se situasen algunos de los últimos focos de resistencia republicana antes de acabar la lucha.
Los magnicidios de Blas Infante y de García Lorca pusieron de relieve hasta dónde llegaba el enfrentamiento entre los bandos contendientes, y junto a sus muertes, la de miles de personas que perdieron la vida a manos de sus enemigos, víctimas de venganzas, odios o rencillas personales. También los años siguientes a 1939 se vivieron como una prolongación de la guerra como consecuencia de la grave represión ejercida por los vencedores.
Coordinado por el profesor Juan Antonio Lacomba, los lectores de Andalucía en la Historia podrán acercarse, de la mano de prestigiosos especialistas, a variados aspectos de cómo se vivió aquel triste episodio en tierras andaluzas.
Nuestro perfil biográfico está dedicado a uno de los grandes políticos del siglo XIX: Nicolás Salmerón Alonso, ilustre almeriense que ejerció como presidente de la I República y como uno de los intelectuales de mayor fuste de esa centuria. Su figura es estudiada por Fernando Martínez López. El estudio del patrimonio artístico está dedicado, en esta ocasión, a las murallas de Niebla (Huelva), realizado por Francisco Gómez Toscano. En Niebla se halla uno de los recintos amurallados andaluces mejor conservados y de mayor valor histórico relacionado con la época musulmana.
Los artículos que configuran el conjunto de este número van desde el estudio de los templarios en Andalucía hecho por Juan Eslava Galán, hasta el análisis de una época tan agitada como fue el sexenio revolucionario (1868–1874) en la ciudad de Linares, por López Villarejo.
Asimismo, conoceremos, a través de la pluma de Jesús Maeso, la presencia de los fenicios en las Columnas de Hércules o el drama vivido por los jesuitas, al ser expulsados de Andalucía bajo el reinado de Carlos III, estudiado por Soto Antuñedo. También el lector se encontrará con la historia, ya centenaria, del observatorio astronómico de Cartuja, en Granada, pionero en investigación y procesamiento de datos durante mucho tiempo, abordado por el profesor Piñar Santos. Por su parte, Antonio Llaguno nos presentará las andanzas de un conquistador andaluz en pleno corazón de África: Yuder Pachá.
http://www.youtube.com/watch?v=g8bpSYXKsuA